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Del mismo modo en que el gimnasio ayuda a mantener el cuerpo saludable, el psicoanálisis es una forma de mantener sana la mente. En especial en momentos difíciles.

“El psicoanálisis debe ser útil a las personas para que vivan mejor consigo mismas y con los demás, para que se conozcan un poco más y se atrevan a ser más libres”, dice el psicólogo catalán Francesc Sáinz en El psicoanálisis al alcance de todos.

A menudo se piensa en el estigma de que el psicólogo es solo para personas con problemas mentales. Pero en realidad, la terapia es útil incluso para quienes no tienen problemas médicos, pues es increíblemente efectiva para enfrentar la ansiedad, la depresión, problemas en las relaciones o todo tipo de traumas.

Hablar de las emociones personales es siempre un tema sensible, y a menudo puede ser objeto de burlas por parte de personas que no entienden bien lo que uno está experimentando. Por eso a veces es necesario recurrir a un profesional.

Es importante saber que una consulta no es un lugar donde ir a sentirse culpable. El analista no es un juez, sino una persona que escucha y acompaña.

¿Cómo saber que es momento de ir a un analista?

La terapia no es solo para tratar enfermedades mentales. En general, sirve para cualquier persona que atraviesa una etapa de su vida que le esté generando angustia. Podría tratarse de un duelo, una separación o un momento especialmente difícil en el trabajo. Lo primero es reconocer que no se puede enfrentar solo una situación así.

Algunos signos de que es hora de ir al analista:

  • Estás teniendo cambios de ánimo demasiado bruscos.
  • Sientes que no estás dando la talla en una nueva situación (un ascenso en el trabajo, una mudanza a una nueva ciudad o iniciar una familia).
  • Has perdido motivación para hacer cosas que te hacían feliz.
  • Te sientes solo.
  • Sientes que has perdido el control de tu vida.
  • Tienes problemas para dormir.
  • Simplemente sientes que necesitas hablar con alguien.

¿Qué es un analista?

El analista es una persona que, sobre todo, está ahí para escuchar. Alguien a quien se le puede decir la verdad. Una vez con la información sobre la mesa, es posible reflexionar sobre ello. Las palabras que usa el paciente son vitales, y también las asociaciones que hace cuando habla de sus problemas y sus pensamientos.

¿Cómo es una sesión?

Hay diferentes enfoques para abordar la terapia, según las necesidades del individuo. Una de las más comunes es la llamada “atención flotante”, en la que el analista escucha a su paciente, con énfasis en las palabras que utiliza para describir su situación y las asociaciones entre las cosas que le cuenta.

Otra muy común (y popular en las películas) es el diván, ese mueble donde el paciente se recuesta y cuenta, entre otras cosas, sus sueños.

¿Cuánto dura una sesión y con qué frecuencia asistir?

Dependiendo del caso y del analista, las sesiones van de los 45 a los 60 minutos. Lo más común es que las citas sean una vez a la semana. Sin embargo, hay casos que ameritan más de una consulta a la semana. Eso lo dirá el analista.