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Las harinas refinadas pueden ser tóxicas para el cuerpo, pues se les han quitado casi todas las vitaminas, los minerales, la fibra y los demás nutrientes importantes para el organismo. Estos transgénicos no solo nos intoxican, sino que también nos dañan el hígado y nos hacen resistentes a ciertos medicamentos.

La alta ingesta de harina de trigo provoca terribles estragos en el intestino e interfiere en el metabolismo y la correcta absorción de nutrientes. En el peor de los casos, causa enfermedades graves como el lupus, la esclerosis múltiple, la celiaquía y el cáncer. Por fortuna, existen varias opciones para dejar de usarla, como harinas hechas de coco, almendras, amaranto, entre otras.